Aunque cada situación es única y debe ser tratada en su contexto particular, el judaísmo nos muestra algunos principios que pueden ayudarnos a plantear las bases para abordar un problema y la manera en la cual iniciar el proceso de curación.
Durante el período de nuestro calendario comprendido entre Shavuot y las Grandes Fiestas, los temas saltan de las páginas de la historia judía relatando hazañas agonizantes de compromiso y engaño, amor e infidelidad, grandeza y desgracia, y finalmente los conceptos de arrepentimiento y perdón.
El más llamativo es el incidente que involucra al becerro de oro que ocurrió sólo cuarenta días después del encuentro del pueblo judío y D-os en el Monte Sinai. Mientras esperaban el regreso de Moshé que estaba en la montaña, el pueblo judío calculó erróneamente su regreso y concluyó que Moshé había muerto. Por miedo a haber perdido su intermediario con D-os, hicieron un ídolo para que tome su lugar (Éxodo 32:1).
La respuesta de D-os marca claramente el episodio del becerro de oro como un acto supremo de traición e infidelidad de parte de la misma nación que poco tiempo antes había prometido su alianza con D-os y Su Torá. En el diálogo posterior entre D-os y Moshé parece haber una pregunta sobre la viabilidad de la continuación de la relación entre D-os y Su pueblo elegido: D-os quería cortar la relación.
Sin embargo las fervientes e incesantes peticiones de Moshé prevalecen y el proceso de arrepentimiento y perdón comienza.
El Significado del Arrepentimiento
Encontramos que el texto muestra un proceso de tres etapas:
- La primera fase involucra la aceptación del hecho, en donde los hijos de Israel reconocieron haber hecho un acto despreciable. Ninguna racionalización o excusa fue aceptada. Confesamos y dijimos el equivalente a: "lo hicimos y estuvo mal".
- La segunda fase es la del remordimiento; es estar realmente arrepentido.
- Para la tercera y última fase fue necesario que la nación ponga en marcha un plan que impediría la posibilidad de volver a fracasar en el futuro. Esto demandaba límites y cuidados que protegieran al pueblo ante un posible nuevo desliz. Esto demandaba una inversión formidable de arduo trabajo.
Además, la nación tuvo que lidiar con su propia decepción, con su enojo autodirigido por la inhabilidad para sobrepasar el reto, con dudas personales y una seria pérdida en la confianza del juicio personal. Antes de que D-os nos perdonara, teníamos que pasar por todos estos momentos, para que primero recuperáramos la fe en nosotros mismos.
Y al final D'os nos perdonó!
Otro ejemplo, tal vez más personal, es la indiscreción tan seria cometida por el rey David, quien comenzó la dinastía real judía, y seguramente, una de las figuras más ilustres de todos los tiempos.
Aunque nuestros Sabios nos informan del malentendido popular que existe sobre el episodio del rey David y Batsheba, la manera en la cual sus acciones son narradas en el libro de Samuel (Samuel II 11:2) indican que allí ocurrió algo.
En respuesta a lo que hizo David, D-os envió a su profeta para confrontar al rey. La reprimenda del profeta dejó a David devastado y angustiado.
Siguiendo el patrón de arrepentimiento hecho por sus antepasados en el Monte Sinai, el rey David reconoció su mal comportamiento, confesó, se angustió y buscó internamente, resolviendo nunca repetir ese comportamiento.
El libro de Samuel relata que el rey David pagó un precio muy amargo, pero a pesar de eso fue perdonado por D-os y se reinstituyó como uno de los gigantes espirituales de la historia judía.
El Proceso del Perdón
De los ejemplos anteriores y muchos otros, podemos aprender que, puesto que D-os perdonó cuando hubo un arrepentimiento genuino, nosotros también debemos hacerlo.
Sin embargo, el perdón sobre una violación tan grande como la infidelidad matrimonial no viene fácilmente.
¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo podemos perdonar?
Para perdonar a otra persona debemos comenzar por examinarnos a nosotros mismos. Debemos pensar que los hechos tal vez tuvieron nuestra complicidad - complicidad real o percibida, ya que las dos pueden ser variables de ese momento.
Además, debemos enfrentarnos a nuestra vulnerabilidad. ¿Será que existen profundas inseguridades y debilidades que este engaño ha dejado al descubierto y que urgentemente necesitan de nuestra atención?
Es muy importante que nos reagrupemos - fortaleciéndonos a nosotros mismos. Otro objetivo crucial es centrar nuestra vida entablando una relación con D-os, nuestro Poder Supremo. Podemos hacerlo por medio de la introspección, estudiando, meditando, rezando y rodeándonos de gente genuinamente espiritual. Cuando empecemos a sentir el amor y el alivio de nuestro Creador, experimentaremos un sentimiento de perdón y plenitud. Ciertamente sabremos en el fondo de nuestro ser que D-os no nos traicionará o abandonará.
Además, necesitamos observar dentro y fuera de nosotros, ocupándonos en objetivos que ayudarán a fomentar una autoimagen positiva, que nos hará sentir saludables y competentes. En esta posición de fuerza y autoestima podremos avanzar hacia la siguiente fase, que es tratar el problema desde la postura de la persona ofensora.
En esta etapa del proceso hay que preguntarse: ¿La pareja sinceramente se ha comprometido a un arrepentimiento similar al modelo del proceso de arrepentimiento de la Torá?
¿El esposo ya aceptó su infidelidad?
¿El esposo está realmente arrepentido?
¿Está el esposo comprometido a continuar la vida matrimonial de una forma positiva?
¿Está seriamente comprometido a invertir toda una vida en la relación?

Agenda Para Un Consejo
La respuesta a las preguntas previamente hechas debe incluir entre otras cosas, el deseo de obtener ayuda.
Las cuestiones principales que deben tratarse en esta ayuda son:
- Lidiar con el dolor y la caída.
- Mejorar la comunicación. Esto significa aprender a hablar para poder escuchar, y escuchar para poder hablar.
- Tener una mayor claridad y entendimiento de lo que se necesita de cada uno. ¿Qué necesito hacer para que pueda empezar a confiar? ¿Será pasar más tiempo juntos para poder comunicarnos a pesar de nuestros horarios agitados?
- Compartir los centros espirituales de nuestras vidas, luchando juntos para poder integrar valores trascendentales como lo son el entablar una relación con D-os, estudiar Torá y dar caridad.
Es importante destacar que el perdón, la curación de la herida y la reconstrucción de la confianza toman tiempo. Requieren una inversión constante y mucho trabajo.
Quedarse con enojo y resentimiento, y rehusarse a perdonar, es como dejar vivir a alguien en nuestra cabeza sin que pague renta. El mayor beneficiario del perdón es aquel que puede perdonar.
Más aún, mediante el perdón trascendemos nuestras limitaciones finitas y nos comportamos como nuestro Creador a cuya imagen fuimos creados. Nos convertimos en mejores seres humanos, reparando lo desarreglado, curando la herida y restaurando la integridad del amor.
(extraido de http://www.judaismohoy.com/article.php?article_id=68)

No hay comentarios:

Publicar un comentario