ESPECIAL YOM KIPUR

Cierta vez un humilde campesino se encontraba muy angustiado, tenía grandes deudas y un raquítico ingreso. Miraba hacia el horizonte y soñaba despierto: “Si toda esta tierra fuera mía….”.
Un día entró al Bet Hakneset, recitó con fervor sus plegarias. Terminó el servicio, los concurrentes se fueron retirando poco a poco, el campesino no podía salir, se acercó al Hejal y comenzó a llorar amargamente, recitaba algunos salmos mientras imploraba al Todopoderoso que le concediera el milagro de salir de sus deudas, de ser un hombre pudiente: “Hashem, si me concedieras una porción de esta maravillosa tierra, trabajaría arduamente, le daría lo mejor de mí a toda mi querida familia, sería el hombre más dichoso del mundo”. El poritz, que era el dueño de prácticamente todo aquel territorio, pasaba casualmente por allí. Escucho los sollozos que salían por la ventana y se acercó a mirar que era lo que estaba sucediendo allí dentro.
Abrió la puerta y entró sin hacer ruido y vio a un judío llorando angustiosamente en las puertas del Hejal. El poritz entendió cada una de sus palabras debido a que el frecuentaba a los judíos. Se acercó y le dijo: “¿Qué es lo que te causa semejante ansiedad? En verdad tus plegarias me conmovieron. A ver, cuéntame tu problema, tal vez puedo ayudarte”. Entonces el hombre se desahogó delante del terrateniente, le trajo a detalle cada una de sus contrariedades. Y cuando terminó el duque suspiro y le dijo: “¡Sabes, tu problema no es tan grave! Ven, tengo para ti una solución”. El Yehudí exclamó: “¿De verdad? ¿Y…. qué tengo que hacer? ¿Cuál es la propuesta?”. “Muy sencillo”, dijo “te haré el siguiente ofrecimiento. Quiero que mañana te presentes a primera hora en la puerta de mi palacio. Te haré una señal y a partir de ese momento podrás caminar por todas mis tierras. Todo lugar por donde pasen tus pies, será tuyo. La única condición que te pongo es que antes de que se ponga el sol, deberás estar parado en el mismo punto donde partiste, de lo contrario no obtendrás nada”. El Yehudí no podía creerlo, por fin se terminarían sus problemas, ¡era la oportunidad de su vida! Agradeció al Poritz y corrió a su casa a dar la excelente noticia.
Al día siguiente, no amanecía aun y el Yehudí estaba parado en la puerta del palacio. Cuando despuntó el sol, apareció el poritz y le dio la señal de partida. El Yehudí salió disparado, ni siquiera se despidió de su familia que había ido a darle ánimos. El hombre comenzó a acelerar el paso, al principio su esposa e hijos lo seguían, iba tan rápido que no podían alcanzarlo y le gritaban: “¡No tan de prisa! ¡Tienes todo el día por delante! Déjanos acompañarte” decían los hijos. El hombre pensaba: “¿Acaso no se dan cuenta que cada paso que doy representa medio metro más de tierra? Ahora no puedo hacerles caso, mañana seré un hombre rico y les daré todo lo que me pidan”.
Siguió avanzando y se encontró con su vecino. El hombre intentó atajarlo y le dijo: “Podrías ayudarme, estoy pasando por una mala situación”. Sin detener su carrera le respondió: “Mira, me encantaría ayudarte, discúlpame pero ahora no puedo detenerme, te veré mañana y te aseguro a que tus problemas se terminarán”.
Ya había transcurrido la mitad del tiempo, se sentía agotado, “no es tiempo de pensar en el cansancio, mañana tendré mucho tiempo para descansar”. Pasaba por una sinagoga y uno de los integrantes salió al verlo y le dijo: “Es hora de Minjá, por favor completa el Minián, somos nueve y adentro hay una persona que necesita decir Kadish, luego continuas tu camino”. Casi sin aliento, le hizo un ademan con la mano dándole a entender que buscara a otra persona. “Mañana que sea inmensamente rico, construiré un gran Bet Hakneset y será el orgullo de toda esta ciudad, ahora solo debo seguir adelante.
El sol avanzaba, se acercaba al punto de partida. El terrible ayuno, el sol agotador, hacían que las piernas le pesaran, se sentía mareado. ¡Vamos, unos pasos más, ya falta poco! Estaba decidido a obtener toda esa tierra que tanto trabajo le había costado…. Unos metros más, un poco más. El sol tocaba las copas de los árboles, el punto de partida, ya estaba cerca, pero se veía tan borroso, tan lejano, sólo unos pasos más, siente que todo da vueltas y cae al suelo….
El poritz lo observa y sonríe sínicamente, le llama a sus peones y ordena: “Tomen unas palas y llévenlo al cementerio de los judíos. Caven una tumba y arrójenlo allí. Esta es toda la tierra que en verdad necesitaba”.
¡Pobre hombre! En verdad es una triste historia. Hay algo que debe dolernos aún más. ¿Cuánta gente vive hoy de esta manera? Corriendo de un lado al otro, tratando de alcanzar a su vecino, a su competidor, a veces ya ni sabemos detrás de quién o de que corremos. Buscamos una “mejor calidad de vida” persiguiendo ideales generalmente inalcanzables o pagando un alto precio para obtenerlo. ¿Cuántos niños abandonados demandan la atención de sus padres? Todos conocemos la fabula del niño que le pregunta a su padre cuánto es lo que el gana por minuto, y al final rompe su alcancía y le entrega todo su capital a cambio de unos momentos de atención…. ¿Cuántas veces te sentaste en este año a escuchar y a atender las necesidades particulares de cada uno de tus hijos. ¿Cuántas veces visitaste a tus padres? ¿A cuántas personas ayudaste este año? ¿Cuánto tiempo dedicaste a estudiar Torá para aplicar estos conocimientos a tu forma de vivir? ¿Cuántas veces en este año dedicaste unos momentos a reflexionar y a planear el rumbo de tu existencia?
Corremos desenfrenadamente por la vida, tratando de obtener bienes que van a durarnos con mucha suerte algunas décadas y nada más…. ¡Nadie se lleva nada de esto al otro Mundo! Es lastimoso decirlo, pero pagamos para adquirir los placeres de este mundo con lo más preciado que tenemos: el tiempo y la salud. Sacrificamos a los miembros de nuestra familia. Hacemos a un lado la vida eterna a cambio de un “gusto” fugaz. Y al final ¿quién acaba disfrutando de todo ese sacrificio? ¿Los médicos? ¿Los dueños del asilo? No tomemos la decisión de retomar el control de nuestra vida cuando ya es demasiado tarde….
Llega Elul, Hashem nos hace aminorar la carrera. Rosh Hashana un relámpago centellante ¡Detente! Reflexiona, ¿a dónde crees que vas? ¡Deja de correr en la oscuridad! Hashem envía un fuerte destello de luz que ilumina tu camino y te permite percibir que en realidad nada te pertenece, tú no haces nada para obtener lo que posees. De Hashem depende tu vida, tu salud, tu prosperidad. El tiempo avanza, te dan diez días para mostrar tu mejor comportamiento, después de recapacitar y percatarte de cuantas oportunidades dejaste sin atender en el camino. Llega Yom Kipur, trae el arrepentimiento y con él la señal de esperanza, Hashem te da la oportunidad de corregir el rumbo de tu vida. Resuelves cambiar y te armas de buenos propósitos y los presentas como defensa contra los fiscales que te acusaron en el día del juicio. Hashem es un Padre piadoso y desea que seamos judíos dignos y ejemplares, respetuosos de las leyes de la Torá. Sigue Sucot, la reunión familiar. Hashem te concede siete hermosos días para que los dediques a convivir con tus seres queridos y te percates de lo maravilloso que es convivir en paz y armonía debajo del techo de una Sucá. Cierras el ciclo con Sheminí Hatzeret y es cuando concluyes con la idea y convicción que la Torá es lo máximo, bailas y te regocijas con ella, te comprometes a estudiarla y a cumplir todos sus estatutos y entonces puedes caminar por la vida pleno y feliz. © Musarito semanal
 “La vida es el regalo que Hashem te hace. La forma en que vivas tu vida es el regalo que haces a Él”.

¡Gmar Jatimá Tobá!







LA VISPERA DE QUIPUR

Está escrito en la Torá: Y afligiréis vuestras almas el noveno del mes, al atardecer,significa esto que la noche del diez de Tishri aplica la obligación de ayunar. Preguntan nuestros sabios (Talmud 8ª) sobre la expresión utilizada por la Torá el noveno del mes al atardecer, hubiese sido más apropiado escribir la noche del diez y de esa forma entenderíamos que es obligatorio ayunar todo el día décimo, pues según la Torá el día continúa a la noche, como en el caso del Shabbat que a partir del anochecer del viernes comienza la santidad del Shabbat.

Responden nuestros sabios que esta expresión es debida a que la Torá considera que aquella persona que come el noveno día de Tishri –víspera de quipur- como si ayunó el noveno y el décimo. Y es apropiado abstenerse de cualquier tipo de trabajo la víspera dequipur para poder comer libremente. Y quien realiza trabajos la víspera de quipur no verá de ellos frutos.

Al respecto fueron esgrimidos distintos motivos. El Ro”sh, explica que en su amor por el pueblo de Israel, el Eterno le encomendó ayunar el día diez de Tishri para expiar sus pecados, y asimismo como expresión de amor por Su pueblo le encomienda comer la víspera para poder soportar el ayuno. La obra Shibule Haleket escribe que por el contrario, el hecho de comer más abundantemente la víspera, genera más hambre en la persona y de esa forma da cumplimiento a lo encomendado en el versículo: Y afligiréis vuestras almas. Un motivo adicional escribe la obra Sefat Emet, y es que al comer y beber el hombre se halla más dispuesto emocionalmente y por lo tanto se disculpará con su compañero.

Nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef, Shlit”a, escribe que también las mujeres se hallan incluidas en este precepto de comer en abundancia la víspera de quipur, pues aún cuando se trata de un precepto limitado en el tiempo, mitzvat asé sheazeman gueramá, de los cuales la mujer está exenta, de todas formas teniendo en cuenta lo que escribiera el Ro”sh arriba citado, que el precepto de comer la víspera está dirigido a ayudar al hombre con el ayuno y siendo que la mujer está asimismo obligada a realizar el ayuno, debe comer la víspera para reunir fuerzas ante el ayuno del sagrado día.

La víspera de quipur se acostumbra realizar la plegaria de MInha a primera hora de la tarde, y cada persona, ya concluyendo la amidá, después de la frase yhiu leratzon final, debe pronunciar el Vidduy, o sea el arrepentimiento oral por los pecado cometidos, como está editado en la mayoría de los libros de oraciones. Posteriormente se dirigirá a su casa para realizar la última comida previo al ayuno. Es preciso comenzar las cinco aflicciones de quipur, el ayuno de comida y bebida, calzar calzados de cuero, relaciones maritales y bañarse (es un precepto de la Torá comenzar estas abstenciones unos minutos previos a la caída del sol; es apropiado hacerlo un cuarto de hora antes de la puesta del sol)

Es un precepto encender luminarias en honor al día de quipur, y la mujer debe pronunciar la bendición correspondiente que se aparece en los libros de oraciones (Asher kiddeshanu….lehadlik ner shel yom haquipurim). No debe la mujer pronunciar la bendición de Sheeheyanu para el encendido de las velas de quipur sino después de quitarse el calzado de cuero, pues al pronunciar esta bendición de Sheeheyanu inmediatamente asume la cinco aflicciones y por lo tanto no puede calzar calzado de cuero.

Se acostumbra vestir el Talit antes de la caída del sol para poder bendecir sobre el mismo (no está permitido pronunciar la bendición después de la caída del sol) y se realizan todas las plegarias del día de quipur con el Talit para lograr mayor concentración.

LEYES REFERENTES AL DÍA DE QUIPUR

Todas las personas mayores deben ayunar el día de Quipur, incluso las embarazadas y parturientas, a menos que su situación personal se lo impida. De todas formas es necesario consultar una autoridad en halajá que indique cómo proceder correctamente, ya que no se debe actuar en forma indiscriminada incluso si se desea asumir una conducta estricta y ayunar cuando no debe hacerlo, ya que esto pondría en peligro la vida o la integridad física de la persona y la sagrada Torá nos enseña que los preceptos fueron entregados para “vivir con ellos” y no para morir por su  causa, como está escrito: Y vivirás con ellos. Incluso ante una situación dudosa es preciso abstenerse y guardar la saluda. Cuando nuestro maestros Rabi Ovadia Yosef, Shlit”a, se desempeñaba como rabino principal de Tel Aviv y posteriormente, solía visitar los hospitales para interiorizarse de aquellos enfermos cuya situación era delicada y no podían ayunar, para convencerlos de que no ayunen. Y citaba lo escrito por el Radba”z (Rabí David Ben Zimra z”l s. XV) quien escribe que la persona que se niega a recurrir al médico aduciendo que él confía en D-os, es un tonto piadoso pues la Torá autorizó a los médicos a curar a los enfermos y por lo tanto la persona debe proceder según las reglas de la medicina tras consultar una autoridad halájica competente.

Existen personas cuya enfermedad se controla por medio de medicamentos y por lo tanto no representa un peligro el ayuno, sin embargo el abstenerse de tomar la medicación sería de hecho peligroso. En estos casos es preciso consultar una autoridad halájica que indique cómo debe conducirse. Esta situación es común entre personas que toman medicación psiquiátrica; estos trastornos en ocasiones pueden definirse como enfermedades de peligro para la halajá.

Las personas que deben comer en Quipur pueden hacerlo normalmente sin restricción ya que ningún precepto de la Torá puede oponerse a la salud de la persona. Sin embargo, en general no es preciso comer de una sola vez una gran cantidad de comida y se puede tomar bocados de hasta 30 gs. En sólidos y 40 gs. en líquidos haciendo pausas entre cada bocado de diez minutos, tanto entre los sólidos como éntre los líquidos.  Y en la víspera de Quipur debe preparar los bocados o las porciones de 30 gs. así como un utensilio para medir los 40 gs. de líquidos. A este efecto puede servir una mamadera o tetero de niño.

Está prohibido bañarse o lavarse el día de Quipur, incluso introducir un solo dedo en agua está prohibido. De todas formas, la prohibición alcanza sólo el lavado que se realiza por placer, por lo tanto si debe lavarse pues se ensució con barro, etc. puede hacerlo ya que no se trata de un lavado de placer. La inmersión en una “mikve” –baño ritual- se halla prohibida el día de Quipur.

En la mañana debe realizar la “netilat yadaim” sólo hasta los nudillos, vertiendo agua tres veces como lo hace habitualmente y pronunciar la bendición correspondiente “al netilat yadaim”.

No se debe lavar la cara el día de Quipur, a menos lo haga para higienizarse, por ej. si se le acumuló lagaña en los ojos, en este caso puede lavarse para eliminar la suciedad. La persona delicada que de no lavarse la cara se siente incómoda y debe necesariamente hacerlo, puede lavarse. Los ashkenazim son más estrictos al respecto y no autorizan el lavado de la cara a menos que lo haga para higienizarse.

LEYES REFERENTES AL DÍA DE QUIPUR

Es necesario según lo establece la Torá agregar unos minutos al sagrado día de Quipur en su salida. Por lo tanto la persona debe actuar con piedad y no interrumpir el ayuno inmediatamente sino esperar unos minutos. De hecho,  lo ideal es esperar el tiempo requerido por Rabbenu Tam z”l (nieto de Rash”i) quien exigía 1 hora y doce minutos, como ya vimos esta opinión oportunamente, la cual es avalada por la mayoría de las grandes autoridades de los primeros tiempos.

De todas formas, las personas ancianas o enfermas, las embarazadas o parturientas que no pueden esperar todo este tiempo, pueden interrumpir el ayuno pasados veinte minutos de la puesta del sol.

Es oportuno señalar que grandes autoridades rabínicas en su ancianidad, entre ellos nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef, Shlit”a, esperan el tiempo estipulado por Rabbenu Tam y no se apresuran a comer con la rapidez de los niños que escapan de la escuela, sino respetan la santidad de este día tan especial.

Se debe pronunciar la “habdalá”  en la salida de Quipur sobre un vaso de vino pero no se pronuncia la bendición de “besamim” –aromas-. Si se pronuncia la bendición “meore haesh” –sobre la creación del fuego- pero la misma debe recitarse sobre un fuego o vela que haya permanecido encendido desde la víspera de Quipur o de un fuego que se obtuvo de otro que permaneció encendido todo Quipur.  En caso de no poseer un fuego que haya permanecido encendido no se pronunciará la bendición de “meore haesh”. La costumbre es encender una vela de larga duración, como las que se encienden en el Yortzait para que permanezca encendida hasta la salida de Quipur.

En cuanto a la bendición de “besamim”, la cual como aclaramos no debe pronunciarse, incluso este año 5772 que el día de Quipur acontece en Shabbat no se pronuncia la bendición de “besamim” a la salida del mismo. El motivo de ello, es que nosotros bendecimos sobre los aromas en la salida del Shabbat para reanimarnos por la salida del espíritu adicional que nos acompañó día de Shabbat, sin embargo en Quipur, aún cuando acontece en Shabbat no gozamos de tal espíritu adicional ya que nos hallamos en ayuno. Por este motivo no bendecimos los aromas en la salida de Quipur y así lo legisla Maran (Shuljan Aruj cap. 624 inc. 3), y así lo dictamina Rabí Ovadia Yosef, Shlit”a (Jazon Ovadia 384).

Explica nuestro maestro Rabí Ovadia Yosef, Shlit”a, que aún cuando el día de Quipur que acontece en Shabbat en realidad poseemos dicho espíritu adicional, pues recitamos la plegaria de “nishmat kol jai” la cual hace referencia al espíritu adiciona del Shabbat, de todas formas existe distintos niveles de estos espíritus adicionales y el que no acompaña en Shabbat es superior al que lo hace en Quipur ya que nos hayamos sumido en el ta´anit –ayuno-.

Es una conducta meritoria comenzar la construcción de la Suca en la salida de Quipur. Sobre esto está dicho: Vaieleju mejail el jail –e iréis de un precepto a otro- .

Es un precepto comer y beber adecuadamente en la salida de Quipur. El Midrash señala que al salir Quipur un eco celestial proclama: Ved, comed gorduras y bebed dulzuras que el Eterno ha aceptado tus plegarias.

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